Son dos técnicas completamente diferentes que aportan resultados diferentes en varios sentidos y no a todos los pacientes se les puede practicar una u otra técnica. Para realizar una metoidioplastia tiene que haber una hipertrofia previa de clítoris para que la longitud a lograr sea aceptable. En el caso de no tener hipertrofia o de ser una persona que desea una longitud importante, deberíamos practicar una faloplastia.
Lógicamente, hay diferencia entre ambas técnicas tanto en riesgos como en resultados obtenidos.
La metoidioplastia tiene menos riesgos ya que es una sola intervención y se consigue sensibilidad erógena y táctil.
En el caso de la faloplastia hay un poco más de riesgo ya que es una técnica más compleja y más larga. Mediante esta técnica se consigue mayor longitud peneana y mayor capacidad de penetración, pero la sensibilidad tiene cierto grado de compromiso porque aunque reconstruímos los nervios es frecuente que no se alcance una sensibilidad completa tanto erógena como táctil.
Siempre es necesaria una completa evaluación en todos los aspectos del cirujano.
Esto depende de varios factores, principalmente de la técnica practicada. En el caso de la metoidioplastia, depende mucho de la hipertrofia previa del clítoris, si es importante, hay pacientes en un porcentaje pequeño que llegan a tener erecciones e incluso capacidad de penetración.
En el caso de la faloplastia, se podrán mantener relaciones sexuales pero es necesario una segunda intervención para colocar una prótesis y conseguir erectividad en el pene.
Si. En el caso de la metoidioplastia, la sensibilidad no se altera. En el caso de la faloplastia aunque la sensibilidad puede estar en otros puntos diferentes de la anatomía del pene de un hombre CIS, existe sensibilidad tanto erógena como táctil para alcanzar el orgasmo.
Cuando una persona trans se somete a una mamoplastia de masculinización, el objetivo no es quitar toda la mama, porque quitándola totalmente dejaríamos sólo la piel pegada al músculo desde la clavícula hasta la parte baja del tórax y desde la axila hasta el esternón, lo cual supondría una cirugía oncológica reflejada en un pésimo resultado morfológico.
Por lo tanto tenemos que pensar que después de una mamoplastia de masculinización pueden quedar restos mamarios. Partiendo del hecho de que un hombre CIS puede tener cáncer de mama en un 1% de los casos de este tipo de cáncer, debemos ser concientes de que un hombre trans también puede padecerlo. No es frecuente, pero siempre que aparezca un nódulo o cualquier alteración en la mama operada tiene que consultarlo con un profesional.
Si, probablemente el hombre trans deba seguir con su tratamiento hormonal habitual de por vida, aún después de haberse sometido a una cirugía de reconstrucción genital, sea cual fuere la técnica practicada.
La naturaleza del pene de un hombre trans es distinta a la del pene biológico de un hombre CIS por lo que no es necesario un control sistemático con un especialista en urología. Sí es necesario acudir a este especialista si se produjera una fístula uretral en cuyo caso el paciente deberá seguir un tratamiento conjunto entre el urólogo y su cirujano.